lunes, 23 de julio de 2012

Sun sets in paradise

Hace unos minutos empecé a tomar una fotografía tras otra. Estas fotografías son para uso personal. ¿Qué puedo decir de ellas? Me encantaron, me encantaron en ese aspecto de que hace más de un mes no me tomo una sola fotografía y el cambio es estúpidamente notable. El espejo me muestra como una persona diferente, pero una que necesita dar un poco más de si misma.

Tengo miedo de no cumplir mis propósitos, tengo miedo de darme por vencida. Pero, ¿qué puedo decir? A veces siento antojo, y acabo con el comiendo cosas que no debería. La sensación después de es asquerosa, me disgusta, me siento la persona más obesa del mundo y me dan ganas de vomitarlo todo. No lo hago, no vomito porque me deja un mal sabor de boca. Prefiero no tocar nada. 

Y este fin de semana que pasó lo aprendí. No debo dejarme llevar por esos antojos, no debo dejarme llevar por nada. Han pasado dos semanas y solo he perdido un kilogramo y medio, me doy vergüenza. Muchísima vergüenza. Prometo portarme bien de ahora en delante. 

Hoy comí muy poco y cumplí con más de tres litros de agua. 

Entre otras cosas le envié un correo a mi profesora. He decidido concluir los cuidados de la piel, muchas cosas me llevaron a la conclusión de que no estoy destinada a ello. Mi destino está en algo más. Y son los animales, de una u otra manera. ¿Por qué estudiar medicina veterinaria si puedo estudiar medicina? La respuesta es bastante simple: los animales me hacen sentir segura de mi misma, puedo con ellos. No soy capaz de socializar con personas. Quiero dedicarme a hacerlos sentir bien, quiero dedicarme, quiero darles todo de mi. Creo estar segura de ello. 

No me hagan demasiado caso, estoy en esa etapa de no saber qué hacer con mi vida. Seguiré pensando. Plop, plop. 


Ahora estoy ansiosa por ver a Wen, Dany o Caro. ¿Dónde están? Dany me propuso ''embriagarnos'', supongo que algo así como perdernos en el alcohol, y yo dije que sí. Quiero hacerlo, no sé, pasar un buen rato. Al menos yo sí lo haría. No somos más unas niñas, no somos más esas pequeñas que se ocultan de sus padres para fumar o beber. 

Quizá, solo quizá, si les veo, tomaré fotografías. Y apareceré en ellas, quizá. Quizá. 


¿Mencioné ya que quiero dos CD de Mylene Farmer? Mi ídolo, mierda. Espero comprarlos el fin de semana. 



Bangkok parte 4

¡Y última!

Las quince verdades incómodas de Tailandia.


  1. En general la sociedad tailandesa es profundamente xenófoba, en el sentido más amplio del término. Se respira un “te necesitan pero te odian”. 
  2. De forma oficial hay un ‘doble precio’ para todas las cosas -desde visitar el zoo hasta ir a ver una pelea de tailandés-. Los extranjeros pagaremos hasta 8 veces más por el mismo servicio que un tailandés. Mientras que en países de la zona como Vietnam esto se está erradicando, en Tailandia se considera normal. 
  3. Si eres extranjero, no puedes comprar tierra en Tailandia. Si te casas, tu mujer puede hacerlo a su nombre, pero si os separais o si ella muere, tú pierdes todos tus derechos. Si tenéis un hijo nacionalizado tailandés, él si puede heredar esa propiedad.
  4. Si quieres montar una empresa, debes tener necesariamente un socio tailandés que controle al menos el 51% de la misma. 
  5. Los tailandeses son increíblemente proclives a sobre reaccionar de forma desproporcionada. Aunque Tailandia se promociona como “El país de las mil sonrisas” y es llamativo ver como algunas chicas practican su sonrisa en el espejo, no hay término medio. Si se produce un enfrentamiento, éste va a ser extremadamente violento. 
  6. Las peleas en Tailandia nunca son limpias y siempre extremadamente peligrosas. Si tienes algún problema con un tailandés (o dicho de otra forma, si un tailandés cree que tiene un problema contigo) y surge una pelea, inmediatamente los tailandeses en la zona irán a ayudarlo. Llevar armas cortantes es típico y romper botellas para hacer el máximo daño con el cristal es desafortunadamente común. La recomendación es que nunca jamás tengas una pelea -aunque sea pequeña- en Tailandia. Las consecuencias son absolutamente desproporcionadas. 
  7.  La policía está corrupta hasta la médula y no está ahí para ayudarte. Si la llamas has convertido un problema serio en otro peor. Esencialmente ellos quieren conseguir dinero y en segundo término proteger a los tailandeses, tengan o no la culpa. Esto llega a niveles increíblemente absurdos, de dibujos animados, pero mortalmente serios. Si te ataca alguna banda serás tú siempre el que inició la pelea (y tendrás que pagar una considerable multa o ir a la carcel), si alguien te intenta timar y la llamas eres tú el que ha intentado no pagar un servicio (esto ha ocurrido incluso en grandes centros comerciales) y deberás pagar una multa o ir a la carcel. El gobierno conoce la situación y ha creado una “policía para turistas” que hace de intermediaria si la llamas, pero que carece de poderes de cualquier tipo. 
  8. Los problemas se solucionan generalmente entre bastidores. Si se produce lo que literalmente es “perder cara” (algo así como que la situación sea embarazosa para la otra persona, que suponga una humillación pública) es trivial para ella pagar para que recibas una paliza. Esto es algo que desafortunadamente ocurre a menudo y así aparece en los foros del país. Lo peor es que a veces estas bandas se confunden de extranjero (para ellos somos muy parecidos). Si estás con una pareja tailandesa, ella / él sabrán también a donde acudir para devolver la situación. 
  9. La violencia hacia las mujeres dentro de las relaciones de pareja es algo totalmente común. Y como comentaba una persona en un foro -que presenció como un hombre daba una paliza a su pareja en la calle mientras ella trataba de cubrirse ya en el suelo- no es posible intervenir y, ni de lejos, llamar a la policía. Esto es Tailandia. 
  10. La promiscuidad de los tailandeses es altísima. Pese a que Tailandia muestra un mercado sexual espectacular para los ojos occidentales, se estima que sólo representa el 5% del total. El resto es consumido por los propios tailandeses. 
  11. La tasa de crímenes pasionales es muy alta, aunque generalmente sólo aparecen en las publicaciones en tailandés por lo que suelen pasar desapercibidos. Cortar el pene al marido es una práctica extremadamente extendida como medida para vengarse de una infidelidad. Matarlo envenenándolo es también una forma común de venganza. Y el ratio de suicidios por amor es muy alto. 
  12. Las mujeres tailandesas son extremadamente ‘viscerales’. Detrás de su sonrisa y su actitud ‘dócil’ hay una persona que cuando pierde el control, lo pierde hasta un nivel simplemente desproporcionado. 
  13. La violación, a menudo con violencia, de mujeres occidentales ocurre con mucha más frecuencia que en otros países de la zona. Por supuesto, la policía no se preocupa demasiado (es una forma amable de decir que pasan absolutamente del tema, ningún tailandés va a protestar porque la policía no investigue cosas de ‘farangs’ -el nombre que nos dan a los occidentales). 
  14. El número de mujeres tailandesas con múltiples novios occidentales es absurdamente alto. Esto ha llegado hasta tal punto que es divertido ir a los cafés con internet y ver a las chicas conversando en varias ventanas de chat con diferentes personas, con expresiones del tipo “mi amado”, “mi corazón”, etc, mientras a la vez también escriben un correo electrónico a otro novio más. Si las habéis visto y os ha llamado la atención el papel gastado que suelen tener cerca, esa es “la carta maestra”. Piden que se la traduzcan a inglés (con varias variaciones) y luego la envían una y otra vez. Son fuentes de ingresos sencillas, porque los hombres suelen enviar dinero para mantener a su chica. 
  15. Se busca de forma agresiva el dinero fácil y rápido y el abanico de timos en la zona es apasionante por su diversidad. Desde la compra de piedras preciosas sobrevaloradas, tuk-tuks y taxis que trabajan en colaboración con establecimientos con precios inflados a los que llevar a los turistas, el “trabajador pobre de casino que te ofrece ganar algo en su establecimiento a cambio de que compartas un porcentaje de esos beneficios con él”, la petición de firmas y una donación para causas que realmente no existen, los falsos monjes que piden dinero, los tours en barca en los templos que cambian de precio en mitad de ellos, las invitaciones a espectáculos por poco dinero (unos 2 euros por cabeza) para luego indicar que ese era el precio de la cerveza uy solicitar una cantidad desorbitada por el show (con presencia de porteros para tener una intimidación física), las recomendaciones de hoteles en Kao San Road (en las que participa la comisaría de policía de allí) para luego despertarse sin nada, lo extranjeros que toman una cerveza contigo en la noche hablando del tiempo que pasas en el país para luego poner ‘añadidos adicionales’ a tu bebida cuando no estás atento, etc, etc. 
Y yo, que ya estuve allí, puedo asegurar que estas verdades incómodas (destinotailandia) son totalmente ciertas. Los tailandeses te tratan con mucho respeto, sí. Pero, no te encuentres con conductores, mercados o lugares de turismo porque sí que aumentaran el precio a uno totalmente estúpido. ¿Se creen que querían cobrarnos cerca de cuatro mil pesos por pasear en una lancha? ¿qué está mal con ellos? ¿se creen que somos tontos? Yo creo que sí.


Sí alguien utiliza estas imágenes, crédito, por favor.


Sea como sea, fue un viaje lleno de mil experiencias. Sin duda, espero volver algún día.

Bangkok parte 3

El idioma no fue del todo complicado, lograba hacerme entender con pocas palabras o en inglés. Practiqué muchísimo mi inglés. Pero, dos meses no fueron suficientes. Un año probablemente lo habría sido. Tenía miedo de volver, y tenía miedo de no hacerlo, ya que a veces mi ánimo se iba hasta el suelo pues me sentía sola, y no había nadie a mi lado que me hiciese sentir bien con algunas palabras, en mi idioma.

Gracias, hola, adiós, un saludo, de nada, palabras básicas para intercambiar ideas en una conversación inglés-tai. A veces eran risas tras risas:

Yo: Do you have a broom for us?
Encargada del edificio: Broom?
Yo: Yeah, broom.
E.e: Broom...? Broom. -Niega con la cabeza, no entiende.-
Yo: Brooooooooooom! -Mueve sus manos como si estuviera barriendo.-
E.e: ...
Yo: ...
E.e: Eh...
Yo: Broom -Al borde de desesperarme.-
E.e: -Entiende el movimiento, carcajeándose.- Aaaaaaaah! Broom! -La lleva a las escaleras del primer piso y le entrega una escoba.-

Papá: -Comprando comida. Ve que solo hay algo que parece pescado, carne y algo que supone que es pollo.- Chicken?
Señora que vende comida: Chicken? -Niega varias veces porque no entiende.-
Papá: ...Chicken, chicken...
Señora: ...
Papá: Po, po, poooo, poo, pooo. -Moviendo los brazos como si fueran alas de pollo (Entiéndase como sonido que hacen las gallinas).-
Señora: Ooooohh!! Po, po, pooo, pooo. -Se mueve como pollo y le dice que sí. Sí es pollo.-
Papá: -Risas.-


Bangkok parte 2

La mayoría de las fotografías están en mi Facebook: www.facebook.com/Letoilefinante

¡Spas! ¡Cultura! Tailandia es un lugar totalmente distinto a México. Asia es un continente totalmente distinto a América. Los tailandeses son las personas más educadas que he conocido. Ellos te tratarán con el respeto que mereces, y el respeto que tú les des. La cultura de su país es única, es lo que una vez me hubiese gustado ver en México. Y no diré que ya no lo quiera, pero simplemente es imposible. Y vaya que lo es y será en estos años que vienen por delante. ¿Ya se enteraron? Peña Nieto, presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Ya no creo en mi país.

¿Qué puedo decir del gobierno en Tailandia? El respeto a sus reyes es increíble. ¡Si! Aunque no lo crean, Tailandia es un reino. Su rey y su reina. Tanto es el respeto que le tienen a estas dos personas que, incluso en el cine, antes de iniciar toda película, pasan un pequeño filme sobre sus buenas obras. ¡Todos! Todos tienen que ponerse de pie para darles su merecido respeto. Es un filme de unos tres minutos aproximadamente. Sí, yo les mostré mi respeto en más de una ocasión.
¡Hay fotografías gigantes de los reyes en todos los lugares! En las grandes avenidas, en los taxis, en los puestos y tiendas de supermercado. Aquí y allá.

Como todo Asia, también se quitan sus zapatos antes de entrar a una vivienda o un templo. Gracias, Bangkok. Gracias a ti ahora estoy descalza todo el tiempo. Me había acostumbrado a llevar zapatos hasta en mi habitación, ya no.

¡Chicas! E invitados, no se alarmen cuando les entregue un par de pantuflas al llegar a mi casa. Es una costumbre que no se me irá jamás. Los zapatos traen la suciedad de la calle, traen consigo mil cosas que sucedieron allá afuera, cosas que no queremos que entren a casa. Como malas vibras. Y no hablemos de lo impecable que permanecen las casas cuando no se utilizan zapatos.

Los spa, había mínimo dos spa en cada calle. No miento. Me hubiese gustado realizarme un tratamiento, pero todo era nuevo para mi. Y, permitanme recordar, no me agrada la idea de que desconocidos toquen mi rostro, o cualquier otra parte de mi cuerpo. Soy muy sensible (dato acerca de mi) y el que me tomen de la mano, me toquen o algo por el estilo me exaspera. Así que, si van a decir cuanto aman mi blusa o mi cabello, háganlo desde una distancia prudente, a menos que seas una shure o alguien con la suficiente confianza. Una costumbre más que jamás podrá irse.




martes, 17 de julio de 2012

Bangkok parte 1

Había retrasado tanto esta entrada que temía jamás hacerla. Entonces, finalmente, me animé a hacer la parte uno de cuatro, quizá cinco. Dos meses en Asia se dicen fácil, dos meses en Asia pueden tratarse de lloriqueos y diversión.


Aún recuerdo el día en el que, decidida, acepté irme a Tailandia. Me dije a mi misma: ''a la mierda todo, es Asia''. Y todo se fue a la mierda en ese momento. Semanas después estaba tomando un vuelo hacia Dallas, otro más a Japón y uno más a Tailandia. 




Me he cansado de escuchar que todo sucede por una razón en especial. Hoy día puedo decir que he roto mi propio sueño, el que yo misma estaba decidida a cumplir. No voy a cumplirlo pues gracias a este viaje sé que estaba tomando una decisión incorrecta. 


Cuando miré hacia la ventanilla del avión en el vuelo Dallas-Japón sentí unas inmensas ganas de llorar.

  • Estaba cerca de Shindy.
  • ''Mi sueño es tan solo pisar Japón una vez en mi vida'', y ahí estaba, pisando Narita. 
  • De una u otra forma mi sueño de vivir en Asia se estaba cumpliendo.





¡En fin! El viaje fue uno de más de 30 horas, increíble, ¿verdad? Llegué sucia, maloliente, como vagabunda, pero llegué. Y la temperatura era bochornosa, yo llevaba un pans. Fue terrible, tanto que de camino al hotel tuve que quitarme la chaqueta. 



El camino hacia el hotel duró aproximadamente 40 minutos. Quizá estaba más cerca y se me hizo el camino tan infinito, creía que jamás iba a llegar. Tras llegar, de forma muy amable, todos nos recibieron. ¡Ah! ¿Qué puedo decir de los chicos y las chicas? Su servicio fue fenomenal en esas dos semanas de estadía en el hotel Four Points by Sheraton, en Sukhumvit 15. Aún recuerdo la dirección. Aún recuerdo cuando me ''enamoré'' del chico que llevó mi cena a la habitación. Aún recuerdo cuando Pek me informó sobre el concierto de Lady Gaga. Aún recuerdo las noches que bajaba a cenar y sabían exactamente qué era lo que quería comer. Fueron como esos compañeros que están ahí aunque no puedas verlos siempre.


¿Y qué decir de nuestra guía? Pichi, ese dulce apodo que nos propuso desde el primer día, fue una amiga. De esas amigas que conoces un solo día y te vuelven adicta. De esas chicas a las que jamás quieres dejar ir por su carisma, por su gentileza y amabilidad. Ella compartió algunos de mis gustos y tuvimos la gran oportunidad de charlar una y otra vez. Era realmente linda. Y, lamentablemente, no le tomé o nos tomamos ninguna fotografía.

Ella nos mostró varios departamentos. Elegimos uno, mas no estaba disponible y el segundo fue la dichosa casa de Barbie. Así le llamé pues sus paredes eran de un tono rosa muy tenue y sus molduras blancas. Pero era espacioso y estaba fascinada con mi habitación.


Antes hablé de los lugares que visitamos como el mercado Chatuchak, Terminal 21, Platinum mall, MBK center, el mercado flotante, el gran palacio. Los elefantes, los tigres y el río. Pero, sin duda, creo que las calles de Bangkok son muchísimas y poseen muchas más cosas y secretos que los mismos templos.